Vamos a ver cómo aplicar la filosofía «Lean» a una startup. No se trata de la verdadera, ni de la única teoría de management empresarial, pero sí la considero muy adaptada al entorno de extrema incertidumbre en el que nos hallamos y muy versátil, ya que se puede aplicar tanto a empresas, startups como a instituciones. Para acabar de introducirla me gustaría mencionar los principios relacionados por el autor Eric Ries del Método Lean Startup:
- El espíritu emprendedor lo tiene todo aquél que esté involucrado en una startup, o como la define Eric Ries, una institución humana diseñada para crear nuevos productos y servicios en unas condiciones de incertidumbre extrema.
- Una startup necesita gestión, management, no es un producto, por lo que requiere una gestión específica orientada a ese contexto de incertidumbre extrema.
- Las startups existen para aprender a crear negocios sostenibles. Ese conocimiento puede orientarse llevando a cabo experimentos frecuentes que permitan a los emprendedores probar todos los elementos de su idea. El aprendizaje validado es el proceso para demostrar empíricamente que un equipo ha descubierto información valiosa sobre las posibilidades presentes y futuras del negocio. Hay que descubrir qué crea valor para los consumidores.
- Crear-Medir-Aprender . La actividad principal de una startup es convertir ideas en productos, medir cómo responden los consumidores y aprender cuándo pivotar o perseverar. Todas las startups deberían orientarse a acelerar este circuito de feedback.
- Todos los experimentos que realicemos en nuestra startup tienen que medirse. Con la contabilidad de la innovación se debe medir el progreso, establecer hitos y priorizar tareas. La verdadera productividad de la startup es saber sistemáticamente qué es lo que hay que crear.
Considerando estos principios, relato una serie de conceptos e ideas claves derivados de éstos y que deberías aplicar en el proceso de creación de tu startup.
Cuando pones en marcha una startup no sabes quiénes serán tus consumidores o cuáles serán tus productos. La previsión o planificación se basa en un entorno estable y estático y a largo plazo, y tu startup no se caracteriza por ninguna de las dos cosas.
Por eso es importante la rápida iteración y la comprensión de tus consumidores. El desarrollo de nuevos productos en la economía moderna requiere que los fracasos se den de forma rutinaria para conseguir llegar a la grandeza.
En este sentido, la experiencia de cualquiera de tus consumidores a partir de su iteración con tu empresa debería considerarse parte de tu producto.
Debes saber lo que los consumidores quieren, no lo que ellos dicen que quieren o lo que tu crees que deberían querer.
La pregunta no es: ¿puede crearse este producto?, ya que actualmente con las tecnologías existentes se puede crear casi todo. Las preguntas más acertadas serían: ¿debería crearse este prodcuto?, ¿podemos crear un modelo de negocio sostenible partiendo de este conjunto de productos y servicios?.
Particularmente me gusta plantear estas cuatro cuestiones a los promotores de cualquier empresa o startup:
- ¿Los consumidores reconocen que tienen el problema que intentáis solucionar?;
- si hubiera una solución, ¿la comprarían?;
- ¿os la comprarían a vosotros? y, finalmente,
- ¿podéis crear una solución a este problema?.
Una vez tengas clara la visión de tu startup desglósala en dos hipótesis (que tendrás que experimentar): la de valor y la de crecimiento. La de valor va encaminada a probar si tu producto o servicio proporciona valor a tus clientes cuando lo usan. La hipótesis de crecimiento tiene que probar cómo tus nuevos clientes descubren vuestros productos o servicios. En todo caso, hay que saber cuáles de ellas son asunciones (y probarlas) y cuáles son hechos que podemos dar por validados.
En el próximo post veremos cómo formular hipótesis, cómo llevarlas a la práctica (experimentar) y cómo medir su impacto o progreso.