Podemos educar no formar emprendedores. No desde la teoría de empresa o de las organizaciones. Sin embargo, sí podemos promover la creatividad, estimular el sentido de autorrealización personal o aprender a convivir con incertidumbre, riesgo y fracasos, entre otras cosas.

Hace poco Didac Lee comentaba en su blog que sería conveniente que emprendedores de éxito contagiaran con su espíritu, su filosofía y su ilusión a quienes podrían serlo en un futuro próximo. Por ahí podíamos empezar por ejemplo. Una experiencia, algo modesta, la llevamos a cabo en CREA donde nos visitan los institutos de enseñanza secundaria de la provincia y a los que una de las empresas alojadas en la incubadora les habla de su experiencia. Pero una experiencia vital, describiendo emociones, sentimientos, fracasos y éxitos, no cómo obtuvo una ayuda o cómo se constituyó en una u otra forma jurídica.

Pero, ¿qué se podría aprender en una «escuela de emprendedores»?. Con el ánimo de apuntar algunas materias o habilidadades os relaciono las siguientes: la identidad digital o la participación en la red para fortalcer las relaciones sociales, profesionales y económicas que establece el emprendedor. Las habilidades de comunicación interpersonal para construir y gestionar relaciones personales y profesionales. El cuidado de la salud personal, hacer deporte y buenos hábitos de vida. El idioma inglés. Sensibilización y concienciación medioambiental, y así podríamos enumerar algunas más.

Si queremos que estas «enseñanzas» se trasladen a la educación reglada sería necesario modificar la cualificación del profesorado, dirigir recursos y medios de los centros hacia esas materias y contar con un entorno favorable para poder emprender después. ¿Alguien da más?.