Grandes empresas que partieron de la nada, el emprendedor hecho a si mismo, con ideas extraordinarias y poca experiencia o capital, ¿podemos generalizar su éxito?, ¿son la norma habitual?.
La respuesta es que la realidad de la mayoría de las empresas que consiguen sobrevivir no puede ser más distinta. En el caso de Estados Unidos, varios estudios muestran que el perfil del emprendedor con éxito corresponde a antiguos empleados con experiencia, que un día decidieron independizarse y fundar su propia empresa: Amar Bhide (1994) analiza a 100 fundadores de entre las 500 empresas con mayor crecimiento en 1989 y encuentra que el 71% de ellos comenzó replicando o modificando una idea relacionada un empleo anterior. Arnold Cooper (1985) analiza la idea de las “incubadoras de negocios”; empresas, universidades o agencias gubernamentales donde se fraguan las futuras empresas con mayor crecimiento. De nuevo encuentra resultados similares: el 70% de los fundadores encontraron sus oportunidades de negocio a partir de un puesto de trabajo previo. Audia y Rider (2010) encuentran que el 91% de una muestra de empresas financiadas mediante capital riesgo están relacionadas con los trabajos previos de sus fundadores.
En este sentido, el «mito del garaje» («Garajes famosos: así empezaron nuevas compañías«) puede sin embargo ser una potente arma publicitaria (Apple, Google, Microsoft, Barbie, Disney, HP), pero según Vivek Wadhwa, director del centro de emprendedores de la Universidad de Duke, esta imagen se aleja bastante de lo habitual. Es una de las conclusiones de «Five myths about entrepeneurs», un artículo publicado en el Washington Post que cuestiona algunos mitos creados sobre montar negocios en los últimos años:
#Mito 1: El típico emprendedor norteamericano en nuevas tencologías tiene menos de 30 años
“Nuestro estudio llevado a cabo entre 549 fundadores de empresas en una docena de industrias con altos niveles de crecimiento encontró que la media de edad de los fundadores cuando montan empresas es de 40 años. Los que tenían más de 50 duplicaban a los que tenían 25 y los que tenían más de 60 eran el doble de los que tenían menos de 20. El 70% estaban casados (…) y la mitología del chico en un garaje viene más de Hollywood que de Silicon Valley”.
#Mito 2: El emprendedor nace, no se hace
“Inversores como Jason Calcanis proclaman que los emprendedores de éxito vienen de familias con iniciativa y suelen empezar vendiendo limonada de niños (…) Están equivocados. Nuestra investigación sobre emprendedores de éxito descubrió que el 52% fueron los primeros en su familia en empezar un negocio. Esto incluye a Bill Gates, Jeff Bezos, Larry Page o Sergey Brin. Sus padres eran profesores de universidad, abogados o burócratas”.
#Mito 3: Los emprendedores no necesitan ir a la universidad
En Silicon Valley se ha puesto de moda la Thiel Fellowship, una beca que ofrece 100.000 dólares a estudiantes para dejar la universidad con el fin de montar un negocio. A su fundador, Peter Thiel, le gusta proclamar que los jóvenes con madera de emprendedor no deberían perder su tiempo en la universidad.
“Aunque hay personas brillantes que no lo necesitan, nuestros estudios revelaron que la mayor parte de los fundadores de compañías de ingeniería y tecnología tienen una educación muy completa. Sorprendentemente, aquellos que acuden a universidades de elite no tienen una ventaja significativa a la hora de tener éxito. Lo importante es tener una carrera y una buena formación. Cuanta más educación tenga, más posibilidades tiene de salir adelante su negocio”.
#Mito 4: Las mujeres no logran avanzar en el mundo tecnológico
Aunque representan un porcentaje muy pequeño de los emprendedores tecnológicos, cuando su negocio funciona, las mujeres tienen un indice de éxito igual o mayor que los hombres, según Wadhwa.
“No es que las mujeres no tengan éxito en los negocios. De acuerdo con un estudio de la empresa de capital riesgo Iluminate Ventures, las compañías lideradas por mujeres son más eficientes y las empresas con financiación capitaneadas por mujeres suelen ganar un 12% más. (…) El problema es más complejo. Pocas mujeres reciben apoyo de sus padres para estudiar ingeniería y cuando visitan oficinas de capital riesgo les hacen preguntas despectivas del tipo: ‘¿Cómo vas a gestionar una empresa cuando tengas hijos?”.
#Mito 5: El capital riesgo es la clave para innovar
Según Wadhwa, la influencia del capital riesgo en el éxito de las startups está sobredimensionada.
“Menos del 5% del capital riesgo se asigna a compañías en sus comienzos, los que más asumen el riesgo de crear productos innovadores. Nuestro análisis de más de 500 compañías en industrias de alto crecimiento encontró que solo el 11% utilizaron fondos de capital riesgo”.
Añado esta interesante aportación que sobre este tema realizó Amalio Rey en el post resumen Iniciador Alicante de mayo de este año, donde comenta los diez mitos del emprendedor tecnológico o tecnoemprendedor.
¿Y en España sucede lo mismo?. Opino que, en función de mi propia experiencia, el emprendedor podría catalogarse en tres grandes grupos:
- el que proviene de proyectos de investigación de la universidad o del entorno universitario (pocos casos),
- aquellos trabajadores por cuenta ajena que, por «obligación» u oportunidad, dejan su trabajo asalariado y, por último,
- los que «heredan» un negocio familiar (no se trata de una lista exhaustiva, son los tres grandes grupos con los que habitualmente me encuentro).
¿Cuál de esos perfiles tiene más probabilidades de éxito?, en mi opinión, sin duda alguna, el segundo de ellos. Habitualmente, el trabajador asalariado ya dispone de contactos con clientes, empleados y proveedores, en definitiva conocimiento del sector, lo cual no garantiza el éxito, sobra decirlo, pero ofrece mayores posiblidadades de consolidación.
Más datos. Os dejo dos gráficas interesantes extraidas del Informe GEM 2010 (evolución de 2002 a 2010). En primer lugar la evolución de la actividad emprendedorea en función del nivel de educación de los emprendedores.
Destacar que en los años de mayor crecimiento económico (boom inombiliario) la actividad emprendedora se concentraba en el tramo de emprendedores con menor nivel educacional (de 2004 a 2008) y, a partir de entonces, la actividad emprendedora ha descendido considerablemente desde el inicio de la crisis económica.
La segunda gráfica muestra la tasa de actividad emprendedora por cada grupo de edad. La mayor concentración se da en el tramo de edad 25-34 años, seguido del tramo de 35-44 años.
La mayor caída es para el primero de esos tramos, que en 2007 era del 11,8% y en 2010 tan sólo el 6,2%.
Dos conclusiones: primero, mayores probabilidades de éxito tienen aquéllos emprendedores con algo de experiencia previa (como asalariados o como emprendedores) y formación específica (mito del garaje)y, segundo, dado el contexto actual, con una tasa de desempleo de un 39,4% y de un 20,4% para los tramos de edad de 16-19 y 20-24, respectivamente, ¿qué pasará entonces con toda una generación de jóvenes sin experiencia y con baja cualificación?, ¿tendremos menos emprendedores de este tramo de edad y nivel educacional en un futuro próximo?. Me gustaría contar con tu opinión al respecto a través de los comentarios.