El informe Doing Business 2010 del Banco Mundial situaba a España en el puesto 24 de los 27 países de la OECD en la facilidad para hacer negocios, apareciendo en la posición 49 del total de 183 países. Pero con respecto a la facilitad de crear una empresa su posición es aún peor, la 147, lo que significa una media de 47 días en abrir una empresa, y que posiciona a España por detrás de la República Democrática del Congo. Increíble.

Os traigo un párrafo del prólogo escrito por @carlosbarrabes en el libro «La Primera Venta del Emprendedor» de Eduardo Remolins: «En España, a la hora de lanzar un proyecto en la red, no es habitual pensar que tenemos que desarrollar un gran negocio. Es más común considerar que lo que hay que llevar a cabo es simplemente un negocio. Hay una propensión a no contemplar el concepto global del mundo o la ambición global. Y esto es algo que, hoy en día, atrae a un inversor, no sólo español, sino de cualquier lugar del planeta.» Y  continuna diciendo:

«Los proyectos que se crean en España deben aportar su grado de innovación y creatividad. Asimismo, precisan que el entorno les procure un contexto que les facilite, por un lado, el crecimiento y, por otro, un «label de calidad», una plataforma que sirva como altavoz para todo el mundo. O lo que es lo mismo, una estructura de validación nacional que garantice que un producto es bueno, como lo que sucede con la Universidad de Stanford en Estados Unidos.»

En España lo diferentes gobiernos no facilitan ese contexto y, por supuesto, tampoco aportan medios que sirvan de altavoz.

En mi opinión, el nuevo modelo productivo que debería renacer en estos momentos debería basarse en un tejido empresarial fuerte, intensivo en conocimiento (nos sobra talento) y basado en actividades  innovadoras y de base tecnológica. Debates sobre el modelo de gestión de pensiones, cómo reducir el déficit público o qué hacer con las cajas de ahorro, consumen horas en medios, ocupan tertulias improductivas y no conducen sino a soluciones concretas de problemas, aunque estructurales y necesarios de resolver, no relevantes si no se acometen planes que favorezcan el emprendiemiento y la consolidación de empresas, el verdarero motor y generador de empleo. Sin duda el gran debate, el debate ausente.

¿Qué propuestas políticas conoces tendentes a fomentar el espíritu empresarial, a acercar el sistema educativo (universitario sobre todo) al mundo empresarial, a reducir los trámites burocráticos para crear una empresa, etc.?. Yo sólo conozco actuaciones puntuales, apuestas programáticas sin continuidad presupuestaria y poca innovación en las propuestas.

Hoy en infoautonomos.com se ha publicado un post sobre cómo financiar una startup con ayudas públicas. ¿Cuál es el resultado?, profesionales, consultores de la ayuda pública y de la subvención, toda una cultura. Se malgasta tiempo y recursos en lograr ayudas públicas, y ¿para qué?, para depender cada vez más de ellas. ¿No sería mejor que los gobiernos pusieran medios y recursos a iniciativas privadas para ayudar a startups?. El papel del Estado tendría que ser el de facilitador e incentivador, no el de concedente de subsidios. ¿Qué propones tú?.